La educación del cornudo

1º- Me preparas. te sientas sobre mi cara y te restriegas sobre ella para calentarte, para excitarte. Tú lo llamas el "calentamiento", como el que hacen los futbolistas -me explicas-,  antes de salir a jugar el partido. El `partido' será en nuestra cama matrimonial pero el que jugará la pelota será otro, él, es decir, el hombre que tienes como amante.

"Mi macho", según me sueles aclarar. No soportas que lo llame de otra forma que no sea "tu macho". Porque es mi macho, me aclaras de nuevo, mientras mueves tu culo sobre mi cara y yo me masturbo pero sin llegar al orgasmo, porque me lo tienes prohibido y si me corro me cuesta más de 50 azotes de fusta en mi culo.

 2º.- No permites que me corra.  Antes de que venga tu macho ya me has azotado el culo con la fusta unas 50 veces. Porque sí, porque te place, porque puedes hacerlo y yo te lo consiento. Pero sobre todo porque quieres que él vea mi culo rojo, lleno de trallazos. Dices que así puedes presumir de domadora, de hembra dominante y eso pone muy cachondos a los chulos como tu amante, digo, como tu macho.














3º.- Me dejas muy claro quién es el macho. Cuando él llega nos pones a los dos juntos. Sacas su polla del pantalón y la dejas junto a mi pilila metida en las braguitas. Se trata de humillarme, de que comprenda que allí el único macho es tu amante, él, el que te va a follar, porque yo sólo soy una puta sumisa. Ves -me dices-, él es un hombre de verdad; un macho potente con una descomunal polla para una hembra supercaliente como yo. Lo necesito. Lo sabe él. Lo sé yo. Y lo sabes tú. Sobre todo tú que nunca has podido darme el placer que necesito, el placer de un hombre de verdad. Tú eres demasiado tierno, sumiso y estás loco de amor por mí, Mi macho es un chulo que me folla y punto. Sólo busca su placer. Me usa. Y eso me gusta; me vuelve loca ese comportamiento tan chulesco. Será que soy muy zorra y me van esta clase de tíos canallas.














4º.- Me humillas recreándote en mis cuernos.- Para ello coges su polla y te la pasas una y otra vez por tu coño. La restriegas, la sobas, la pasas una y otra vez para darle a entender que tu coño es suyo, que tu coño pertenece a esa polla y que puede recrearse en él todo el tiempo que quiera. A mi me dices, mientras tanto, que sufra al ver como otra polla se pasea literalmente por el coño de mi esposa. Mira el coño de tu mujer -me dices-, usado y señoreado por otra polla, por otro macho. Haciendo lo que tú hace ya años que no haces porque no te permito que acerques tu pilila a mi coño ni que lo roces. Ni tan siquiera lo rozas, pero él lo disfruta a sus anchas, todo el tiempo que quiera por este coño es suyo. Lo sabe él. Lo sé yo y lo sabes tú, cornudo.


5º.- Me explicas y demuestras qué es ser cornudo.  Un  cornudo es aquel -me dices-, que permite que a su mujer se la follen de todas las formas posibles, incluida esta deliciosa postura en la que mi macho me folla contra la pared. Así noto plenamente su polla, entra hasta muy dentro, hasta el tope pues la noto en mi útero y me siento llena, plena, completa y follada. Muy follada. Muy bien follada.

6º.- No hay lugar en el que no sea cornudo. Ya te da igual la postura. En el balcón delante de todos o en el sofá. Te da igual. Eres cornudo -me explicas-, en todas las partes. No hay ni un sólo rincón de esta casa en el que no seas cornudo y si descubr0 alguno lo cubriré enseguida con tus cuernos. 





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